Largarme en palabras propias y en muchos silencios posibles.
Hoy la siesta
de tu rostro dormido
no supo guardar
el secreto
de tu leve ronquido.
Yo sí, guardé tus sueños
en mi caja de cosas importantes
después de ser con mi cuerpo y ternura
un muñido colchón
de tu dormir.
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