Ya me voy
a pelear con los remolinos
otra vez viejas batallas,
al horizonte que ya no evoca infinito,
a una esquina con reflejos
de anchura atormentada.
Así me voy
sin traer de vuelta nada,
sólo vuelvo con el aire
limpiado de tanto viento fino
de la cumbre urbana.
¿Después nos vemos?
cada quien con su desabrigo
cuando podamos sopesar nuestras palabras
y demos a los monstruos otro lugar
para su apetito,
y nosotros nos riamos como quien
ya recuerda de dónde vino
y dónde va el camino
a nuestra casa.
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