jueves, 7 de julio de 2011

A Rodolfo Kusch, un ser que vuelve


I

Él encontró que sus palabras
comenzaron a llamar a su cuerpo
y como conjuro o misterio,
comenzó a viajarlo, a cederlo,
y en Maimará acentó el centro
de su compás.

(Y algunos queremos
adentrarnos en sus círculos)

A veces, el sentir de nuestro silencio
se propaga en un estar-siendo.
Yo me pregunto si será
que alguna vez
lo alcanzaremos.

(Hay una América Profunda
en el fondo de mi alma,
y en cada una
de nuestro suelo)


II

Dibujo una mujer
revolviendo,
ella se rie, porque siente
que está renaciendo.


III

Piensan, piensan situadamente
pero no paran de pensar.
Dicen "filosofía"
para quedarse en el hablar.


..

2 comentarios:

Darío dijo...

La última vez que fui a tu ciudad quedé muy mal. El caos se apoderó de mi, su caos, y nada de silencio, los bocinazos me atormentaron y quise correr, con todo lo que antes la amé.

Carolina Wajnerman dijo...

Hay recovecos porteños
que ofrecen un silencio
con aves cantoras
y rituales de fuego.

Son barrios barrios,
lugares espejo,
sin bocinas
o mucho menos.

América Profunda
está en la esquina de mi hogar.