martes, 26 de octubre de 2010

Cuento fusilado, de Claudia Korol.

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Cuento fusilado

Este cuento fue fusilado varias veces. Lo fusilaron los milicos de la
campaña al desierto. Lo fusilaron los milicos de la semana trágica. Lo
fusilaron en los basurales de José León Suárez. Lo fusilaron muchas
pero muchas veces en la Plaza de Mayo.
Este cuento fue fusilado por la espalda, también de frente. Lo
fusilaron en los campos de Trelew. Lo fusilaron antes de tirarlo al
Río de la Plata. Lo fusilaron con Darío, con Maxi, con Pocho, con
Natalia, con el Oso… y ahora con Mariano.
Este cuento fue fusilado varias veces. Hace pocos días fue un
innombrable el que lo fusiló. Un cómplice de los fusilamientos
pasados. Un tipo de la patota de la muerte. Un contratado de los
sindicatos del poder. Un reventado.
Este cuento Mariano, fue fusilado tan joven, tan combativo, tan
solidario, tan laburante, tan estudiante, tan militante… que da rabia,
da bronca, da pena. Hay golpes en la vida tan fuertes… diría un
Vallejo con pena en los dos ojos. Y así estoy, escribiendo el cuento
fusilado, absurdamente asesinado, mientras con los dos ojos llenos de
pena trato de encontrar a Elsa, peleando con la vida en el hospital,
fusilada por el mismo grupo de asesinos rentados por la maldita
burocracia sindical.
Este cuento fue fusilado varias veces. Y todas las veces los agujeros
duelen en nuestro cuerpo. Duelen cuando la bala entra en la piel,
cuando nos desgarra. Duelen los agujeros cuando quienes los cuentan
quieren sacar ventajas o amortiguar desventajas. Duelen cuando quienes
nos ven desparramarnos, tratan de hacer análisis de nuestra sangre
derramada, calculando cuántos glóbulos rojos, cuántos glóbulos
celestes y blancos, cuántos glóbulos perdemos todas, todos, con el
cuento fusilado.
Este cuento fue fusilado varias veces. El rostro de Mariano no me deja
dormir. Espero que no les deje dormir a muchos y a muchas. Espero que
el rostro de Mariano, de pie junto su gente, apoyando, marchando,
denunciando, nos siga mirando a los ojos como lo hace ahora.
Este cuento fusilado no entiende las razones que desabrigan a unos
cuerpos. Este cuento pide que sepamos crisparnos ante cada injusticia
en nuestro propio cuerpo, el masacrado, el de siempre, el del pueblo.
Este cuento fusilado pide que nuestras lágrimas no se sequen mañana
para levantar murallas de lágrimas secas entre unas luchas y otras,
entre unos caminos y otros.
Este cuento fue fusilado en los cruces de todos los caminos. Y aquí se queda.


Claudia Korol. Octubre 2010

Pañuelos en Rebeldía

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Se me puso la piel de gallina!
Marie