A esa ola le entregaría
una bolsa llena de burbujas.
Burbujas con mis kilombos,
burbujas barderas.
Y que el mar cuente
en las playas
que mis kilombos, alfonsinados,
han crecido, se han criado,
y vuelven ahora
más húmedos que antes.
Mis kilombos ya no tendrán tanto peso,
serán livianos envueltos en el mar.
Así los encontraré,
y volveré a quererlos
después de mi imaginación,
volviendo a la realidad.
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