Ellas no esperan
a que la cámara se encienda
para cruzar el río
o dormir o reír
en el muelle
Ellas no esperan
a que baje la marea
a que los mareos suban
y mecen las palabras
echadas al sol.
Ellas no esperan
a sus propias explicaciones
para sumergirse
en el agua
que las llame
y sane.
Como tigresas:
con unos pequeños gestos
iluminan con gracia,
dan sabor.
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