Nací sin diagnósticos
con apellido etílico.
Desde entonces
evito pronósticos,
especialmente los climáticos.
Me muevo entre márgenes
hago foco en lo cíclico.
Rozo lo fantástico
cada vez de lo fatídico.
Amo las esdrújulas
en su decir rítmico.
Y nací en Villa del Parque, lugar manso de la ciudad que de buena no sale airosa.
Me criaron algunos grupos donde se jugaban las acciones con otros.
En el primer grupo, con mis dos hermanos menores, teníamos tres opciones: jugar a la pelota, a "los muñecos", eligiendo un personaje de nuestros juguetes o "a que nosotros nos movemos", y cada quien jugaba a ser alguien más. Contábamos con una bolsa con retazos de telas que confeccionaba mi papá. Y mucha música, que llegaba desde distintos ángulos familiares.
Me las arreglé para seguir haciendo lo mismo desde entonces: grupos, transformación y creatividad.
Ya ven: monotemática en el hablar, agitadórica para cantar y esdrújula al caminar.
Caro Wajnerman
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