Un revoltijo de risas,
niños cómplices
en el manto de ternura
cualquerizamos lo que pasa,
miramos otros techos
como de tu ciudad
osada al sur
donde el viento
imprime la cara.
Tu cariñosa mirada
se estira
y estalla
sin darnos cuenta
una bomba
destruye lo que fuimos.
Sólo queda hacerse invisible,
casi vapor.
Tres horas,
hasta que vuelvas a escribir
como nada
como si el corte
no estuviese
todavía en mi cara.
Sin orgullo ni vergüenza
tu ojo de huracán
una paz que no conozco.
Regreso sin disfraz
otra vez a tu ternura,
estirándose con mi paciencia
la voz aguda del retorno a casa
un abrazo en el pasillo
y el beso de cada primera vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario