Por un pedido desde los cuatro vientos,
ayer te llevé mi sangre.
Di mi sangre alegre por un tubo
toda en verso.
No tenía los colores que pediste, racingueros.
Empezó saliendo un tramo verde
de juventud vegetariana y esperanza valiente.
Salió después un rojizo liviano,
lo vi pulsando pasionalmente
viajando a tus venas abiertas
para abrazar tu cuerpo.
Pujó de mi brazo un bordó espeso,
no supe si era tierra de huertas del norte,
o el sonido de canciones que ando tejiendo.
Expresamente aparté mi mala sangre,
para que tus próximos pasos no carguen mis dolores.
No salió un gramo de coagulación de miedo,
ni alguna cobardía estancada en el tiempo.
En mi sangre de matices que llevé ayer,
salieron, con un mismo grito,
muchos glóbulos militantes
como había sido tu pedido.
Llevaban un amor aguerrido de salud irreverente,
y me alegré al verlos capaces de grandes delirios,
para acompañarte en curas masivas y urgentes.
Ayer doné algo de mi sangre
que se unirá a otros torrentes
y así tener el honor de ser un poco parte
de tus palabras con fuerza que laten
tanto cerca como lejos.
Fluyeron ya mis aguas para vos,
cariñosas, multiplicadas, danzantes
en tu propio corazón tan pleno de pueblo.
Poema escrito a partir de donar sangre a Vicente Zito Lema, poeta y luchador argentino bien nuestro, para que su operación a corazón abierto sea un paso para que siga multiplicando su voz, nuestra voz.
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