Te amé con todo el barro
esparcido por mi piel.
Amé tus ojos chinos
y besé sus bolones oscuros,
su blanco con grietas,
y me alejé para mirar quieta
las pupilas al universo.
Cómo te amé, tanto.
Tenía frío y vino tu calor,
lo necesité, lo busqué
y me quemé.
Salté muchos vacíos
y después me cansé,
acumulé, grité
lloré,
suspiré y solté.
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