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Tengo dos pies que aprenden día a día a caminar sobre esta tierra,
porque cuando era chica me enseñaron a dar pasos,
uno tras otro,
pero, a caminar,
se sigue aprendiendo
a los tropezones,
probando los saltos para pasar las piedras,
mientras hacemos a veces la vertical
para tocar el suelo con las manos,
aprendemos también en las vueltas,
y a caminar cantando;
y se aprende profundamente
con toda dificultad
a caminar con otros
y encontrar su encanto.
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