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Las horas pasan, el reloj habla en cuentagotas,
mi humedad sube, lo sé porque mis pelos se paran, se enrulan
como en los días de lluvia que no sé vivir.
Las horas siempre ganan, me engañan,
entonces empiezo el juego perverso
de transgredirlas, de esconderlas, de impresionarlas.
Su venganza es siempre terrible,
olas que sumergen mi cuerpo en vueltas infernales,
dominación y sometimiento bajo su efecto,
indiferentes espíritus del día y la noche
simple afirmación del tiempo
que pasa sin preguntar.
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