viernes, 1 de febrero de 2008

Apretar la arcilla fuertemente,
eso es lo que debe hacerse
para que esa masa hecha de la tierra
no se vaya de las manos,
no se descentre.

En algún momento exacto,
el torno y la arcilla ya están
amigados.

En ese momento, exacto,
se puede elegir alguno de los dedos de la mano,
y pulsar hacia abajo,
hundiendo el dedo mojado
hacia el fondo de la masa.

Un espacio, ahora ocupado con arcilla, bella, tierna,
está esperando ser descubierto
y sentir un agujero.

Hundo mi dedo mojado
al ritmo del torno
y siento hacerse el agujero,
con un placer inusitado.

Lista está, luego de un rato,
alguna vasija para mi hogar:
también un espacio
que espera ser llenado
y acariciado.

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