miércoles, 10 de octubre de 2007

Algo sobre el oficio del viajero

Quien posea un grado suficiente de apertura hacia los otros y las costumbres, quien tenga un mínimo de posibilidad de resignar algunas comodidades, quien mire los minutos con un cristal positivo y transparente, y esté dispuesto a extrañar aquello que se deje detrás, puede aspirar al oficio de viajero.
Bello es cuán libre puede sentirse tomar decisiones sobre dónde dirigirse, dónde dormir, con quién seguir el camino, día a día.
Hasta aquí, se caracteriza la predisposición que tantas personas pueden tener para el oficio. ¿Qué será lo que insta el corazón de un viajero? ¿Qué lo infla cual globo y lo desinfla tan fácilmente que sólo vuela y pulula?.
Tal vez sea un momento particular, como aquellos en los que se toman las grandes decisiones. Momentos en que uno decide dejar de lado su ancla, la firmeza de un lugar y su gente, y probarse libre, tentando al destino, dejándose llevar, invitando a los buenos vientos a soplar.
En este oficio, se encuentran infinidad de suboficios: artesano, mozo, pintor...
Sólo es cuestión de toparse con el momento de elegir con toda la voluntad una vocación, y tomarla con fuerza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bueno, otra artista mas!, creo q ya lei todas tus cosas....muy bueno la verdad. Me voy....pero volvere.....